11 de noviembre de 2014

Una Flamígera Estrella para "Barahona"

Tony Raful (Para el Listin Diario)
(A Iván Robiou y a Fernando Ortiz Bosch)
Las computadoras y los grandes sistemas informáticos, no crean memoria. La memoria la producen los seres humanos y la integran a los procesos tecnológicos como una maravilla del conocimiento. En la medida que prescindimos de la memoria crítica, repetimos los mismos errores, las mismas fatalidades, como si la historia de la humanidad transcurriera en círculos y no en espiral.
El mito de Sísifo, magistralmente recreado por Albert Camus, defi ne la motivación recurrente, el eje de retorno al pasado, no como reconstrucción de escenarios y aprendizajes,
sino como tortuosa defi nición vital de una pulsión gravitante hacia el error y la comisión de desmanes colectivos, haciendo de los sujetos sociales, personalidades escindidas, de cuyos legados desiguales, brotan las excepcionalidades, la coyuntura privilegiada de la historia. Hace tiempo, que extraigo y valoro de los sumarios humanos, los momentos determinantes, desechando sus miserias, sus cotidianidades, atrapando el estelar cumplimiento de la utopía, como fl amígera estela inalcanzable, que nos convierte en categorías superiores plasmadas en segundos o en días, estatuyendo imágenes gloriosas, cuyas permanencias provisionales en el recuerdo, embellecen el sentido de vivir.
Yo siempre vuelvo a febrero de 1844 y a las batallas del 19 de marzo en Azua y del 30 de marzo en Santiago, donde a sangre y fuego se forjó la nacionalidad, derrotando al opresor haitiano y ratifi cando el nacimiento de la nación dominicana. Yo vuelvo a la Guerra de la Restauración, cuando el pueblo dominicano, derrotó al ejército peninsular español entre 1863 y 1865.
Yo vuelvo a la “Barranquita”, entre Mao y Guayacanes, en 1916, cuando al frente de sus tropas, el general Carlos Daniel y el capitán Máximo Cabral, escribieron una de las páginas más heroicas de la historia dominicana.
Retorno a los “gavilleros” del Este, encabezados por Ramón Natera y Vicente Evangelista, que durante 4 años, alzados, con viejos mosquetones y coraje inaudito, resistieron la intervención militar extranjera. Yo vuelvo a la revolución constitucionalista de 1965, el último bastión histórico de defensa de la Patria, donde se enfrentó con bravura de leyenda el atropello a nuestra soberanía, y siento una admiración que no cesa, por aquellos soldados que se atrevieron a desafi ar a fuerzas infi nitamente superiores, encabezados por los coroneles Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco Caamaño y Manuel Ramón Montes Arache.
Y siento gratitud por la masa heterogénea de dominicanos y dominicanas que empuñaron el fusil. Y entre esos miles de compatriotas, entre los combatientes civiles más destacados estuvo un joven llamado, Eliseo Andújar (Barahona), quien se convirtió en un héroe nacional. Cuando el profesor Juan Bosch regresó de su exilio en Puerto Rico, el 25 de septiembre de 1965 (por azar, segundo aniversario del Golpe de 1963), fue recibido por una muchedumbre en la plaza Rubén Darío, y allí, resaltando la participación popular en la gesta de abril, proclamó: “Héroes del pueblo son, Barahona y Pichirilo”.
Sin duda, dos de los combatientes civiles más señeros, de los que se batieron a pecho descubierto frente al invasor, y pararon en seco la pretensión de tomar la ciudad rebelde los días 15 y 16 de junio de 1965. Tanto Pichirilo como “Barahona”, estuvieron vinculados históricamente al Partido Revolucionario Dominicano (en el caso de Pichirilo, luego de su regreso al país en 1962). “Lilito”, así lo llamábamos sus amigos, era valiente hasta la temeridad, humilde, de pocas palabras, honesto a carta cabal, murió como vivió, pobre materialmente.
El presidente Hipólito Mejía lo integró a las Fuerzas Armadas dominicanas, junto al comandante Arturo Pujols, su íntimo y querido compañero, siendo respetados como ofi ciales por los gobiernos sucesivos. Eran militares más bien simbólicos, sin acceso a canonjías, bienes, ni tropas.
Verlos vestidos de ofi ciales era la recompensa moral que este pueblo les debía, mínimamente. La última vez que estuve con “Barahona”, junto a Pujols, recordamos dónde y porqué nos conocimos, antes de Abril, siendo entonces quien escribe, apenas un mozalbete. Ha muerto el comandante “Barahona”, un patriota, un indómito constitucionalista. ¡Gracias a la memoria, que no me ha dejado ser insensible, olvidadizo y antidominicano!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.