Por Vinicio López
Para
1990 se produce una crisis de insostenibilidad financiera, con cierre de
créditos para el Hospital Regional Jaime Mota. La Dirección Regional de Salud
empieza a buscar desesperadamente a quién colocar al frente de la Dirección del
Hospital. A todos los que se la propusieron la rechazaron, y no era para menos.
Me llevaron la propuesta, aunque nunca me imaginé ni soñé en mi vida jugar ese
rol. Fue tanta la insistencia que solicité tres días para pensarlo, hasta
finalmente tomar la decisión de aceptar el reto.
La
subvención mensual del centro sanitario era de 31 mil pesos, y las
deudas de 134 mil 234 pesos. Ante la
falta de experiencia previa, solicité la orientación de tres experimentados
directores anteriores. Lo primero en ejecutar fue un análisis de situación y un
inventario de lo que recibiríamos.
Convocamos
al personal de la institución y le presentamos los resultados, solicitamos la
suspensión de la alimentación a todo el personal durante tres meses, exceptuando
a los pacientes. Recibimos la solidaridad, especialmente con mucho
desprendimiento del personal de enfermería. Tomamos otro tipo de medidas
administrativas, tales como el control total del uso de los teléfonos, de la
despensa, de los medicamentos e insumos, haciendo un uso
estricto, racional y austero de los mismos. Al cumplir este
período de tres meses la deuda había descendido a 100 mil pesos, y la
alimentación al personal de servicio fue restablecida nuevamente.
Con
estos resultados presentados al Secretario de Estado de Salud Pública, motivamos la solicitud de que esa deuda fuera saldada directamente por su despacho y así fue
acogida, quedando totalmente libre de deudas. Detallamos
documentalmente la necesidad de aumentar la subvención mensual, y
nueva vez logramos sensibilizar al Secretario de Estado. La asignación mensual
fue elevada a ochenta y cinco mil pesos a partir de enero de 1991.
La
Guerra del Golfo Pérsico, que había estallado en el último cuatrimestre de
1990, recrudecía sus efectos devastadores sobre la economía
nacional, especialmente en la insuficiente disponibilidad de combustibles y de
algunos alimentos como el azúcar. En las estaciones comerciales de combustibles
amanecíamos haciendo cola para llenar los tanques de gasoil utilizados por la
planta. En INESPRE cogíamos luchas similares para conseguir un saco o algunas
libras de azúcar.
El
clima laboral estaba bastante caldeado por la larga huelga médica
reivindicativa que llevaba a cabo la Asociación Médica Dominicana, y que culminó
con el abandono de los hospitales el 7 de abril de 1991. Siete días
después, el 14 de abril, salió publicado un artículo nuestro en el Listín
Diario y en Ultima Hora planteando soluciones justas a las huelgas médicas
salariales, entre ellas el incentivo médico por distancia. Estos
planteamientos fueron interpretados en la Dirección Regional de
Salud como políticos y determinaron nuestra renuncia de la Dirección para
sumarnos a los compañeros en huelga, a pesar de que el Secretario de Salud y el
Director Nacional de Hospitales nos pidieron no hacerlo.
De
esta primera ejecutoria como director, nació la Unidad Regional de Salud Mental, que será el tema de nuestro próximo artículo.
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