23 de octubre de 2014

La Disputa de los Diputados por el Barrilito

Por Carlos Julio Días Terrero

Carlos Julio DíazEl limosnero mayor, Dr. Abel Martínez Durán, presidente de la Cámara de Diputados de República Dominicana, dispuso por motus proprio y sin el consentimiento de la mayoría del pleno de dicho hemiciclo, la eliminación del fondo de gestión social (mejor conocido como ‘el barrilito’) ascendente a más de 100 millones de pesos, y otros 75 millones que recibían para la compra y donación de juguetes para los niños durante el Día de Reyes.

El propósito de esta disposición administrativa es transferir esos fondos al
Ministerio de Salud Pública, para beneficio de la población entera. Esto ha representado, para la mayoría de los diputados, la ingestión de un trago agridulce que muchos de ellos no quieren tomar. Los miembros del Senado, por su parte, no aceptan que tal decisión se tome y que ponga en riesgo su política clientelar.

Los legisladores arguyen que con esos fondos ellos pagan el alquiler de sus oficinas en la provincia que representan, así como la limpieza y las facturas de teléfonos, agua y servicio eléctrico, además de brindar ayuda a los miembros de su comunidades proveyéndoles ayuda para sus recetas médicas, ayuda de emergencia para la compra de ataúdes, pagos de ambulancias y otras tantas menudencias. Se cuidan de no mencionar –mi remotamente- que con esos mismos fondos ellos pagan sus choferes personales, los choferes de sus esposas, sus mensajeros y el servicio domestico.

La disposición del presidente de la Cámara de Diputados, ha dividido a la opinión pública. Por un lado están los que dicen ese es un clientelismo político del presidente de la Cámara de Diputados, que ante la imposibilidad de reelegirse en el cargo, trata ahora de ganarse el favor político de los votantes de Santiago ante sus pretensiones de alcanzar la alcaldía municipal de esa provincia.

Por otro lado están los que apoyan y defienden esa medida, bajo el argumento de que ha sido bien atinada y oportuna la inyección de fondos al alicaído sistema de salud dominicano, mientras ponderan los beneficios que tal disposición representará para la salud del pueblo.

Opinan además que con esta disposición se eliminan la dependencia y el incremento de la pobreza, además de que de ahora en adelante los legisladores tendrán más tiempo a las labores propias de sus curules y al estudio de los proyectos de leyes y contratos de venta que cotidianamente llegan al hemiciclo para su ponderación y/o aprobación o rechazo.

Recuérdese que los fondos del barrilito no llegan a los hombres y mujeres del campo, que por igual tienen tanta o más necesidades que los habitantes citadinos, que por lo regular saben donde vive o se refugia el legislador y que mes tras mes lo asedian con un nuevo argumento para recibir ayuda.

Ahora bien, es bueno que entendamos que todos los congresistas, aquellos que gritan porque le quitaron la teta como aquellos que luchan por no soltarla; aquellos que dejan entrever que son tan pobres de mente como las personas que pudieran beneficiarse con el barrilito, son TODOS multimillonarios, a juzgar por las declaraciones individuales sobre sus activos que tienen que rendir antes de ser proclamados en el puesto de legislador.

Entiéndase también que esos fondos que ellos luchan por conservar no provienen de sus salarios ni de sus almacenadas riquezas. Son fondos que el Estado les provee producto de los impuestos que nosotros pagamos por cada producto que compramos o consumimos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.