Por Alejandro Santana

Es su libre decisión, ahora hay que diferenciar la venta de una
publicidad, hay que estar claro que te promuevo un producto y me pagas por esa
labor, ahora si me contratas para ser tu vocero ya es otra cosa.
Usualmente los periodistas no somos cadenitas de oro
para caerle
bien a todos, somos, o nos sentimos, una especie de seres libres con libertad de
escribir cosas del momento.
Ahora a los periodistas se les exige, ser honestos, objetivos,
libres, pero esas cualidades que debemos exhibir, muchas veces están sujetas a
las necesidades de cada profesional.
Un profesional que vive el día a día, que debe pagar luz,
internet, mantener una familia, rosarse con diferentes ciudadanos, políticos,
funcionarios y caerle bien a la mayoría, es un periodista fuera de serie.
Lo digo por experiencia propia, por los problemas que he
observado que han confrontado amigos, colegas en su ejercicio, cuando tienen
que decir verdades que molestan a muchos.
Pero siempre habrá esos problemas, porque el ejercicio del
periodismo en esta sociedad demandará objetividad, objetividad que en ocasiones
es muy difícil por lo dependiente que es ese profesional, de los
políticos, de los funcionarios que mayormente son la fuente de sostén en sus
vidas.
Cruda realidad y quien tenga las agallas de negarlo, deja de ser
objetivo, en un sistema político donde no hay empleos ni protección para
periodistas ,que por el contrario los pocos empleos que hay se han venido
perdiendo.
En una sociedad donde el que se decide al ejercicio del
periodismo es un ciudadano de a pie, es hijo de la vulnerabilidad, está sujeto
a las tentaciones y tiene que decidir si acepta o sigue su vida envuelto en las
limitaciones económicas.
No dudo de la objetividad de muchos, pero me remito a las
palabras de dos ilustres periodistas al recibir reconocimiento del Estado.
Juan Bolívar Díaz y Rafael Molina Morillo, el primero
director durante muchos años de un conglomerado comunicacional, el segundo ha
sido el director de la mayoría de los periódicos dominicanos, y han coincidido
en afirmar que todo el que ha ejercido con honestidad, es muy pobre.
Ahora hay quienes desde sus inicios han sido asumidos por
proyectos políticos y los han llevado de la mano, o por ser parientes de
poderosos han recibido grandes favores, han sido embajadores, cónsules o han
estado en palacio.
Es la radiografía general, y diría yo excluyendo a nuestra
Provincia Barahona, donde los empleos en empresa de la materia son escasos y
mal pagados, donde no existe el criterio de que publicitarse hace bien a sus
negocios y empresa, que la asumen como un favor de amigos.
Pero no sólo es el fenómeno. En los últimos años el ejercicio
del periodismo se ha visto invadido por profesionales de otras áreas, que sacan
jugosas ganancias de un ejercicio acomodado, y en esta parte no estoy en contra
de nadie, (lo digo por las susceptibilidades).
Ahora, no son nuestro único obstáculo, tenemos en contra a
quienes son los edecanes de los políticos y funcionarios que por su condición
de serviles incondicionales no hacen saber a estos que en ocasiones sus
reacciones son mas irracionales que correctas.
En síntesis, siempre algunos funcionarios y aspirantes a
posiciones electivas estarán en desacuerdo con los periodistas que hacen el
esfuerzo de ser objetivos.
Porque la objetividad nos obliga a hablar o escribir sobre las
cualidades de cada uno sin el interés de denostar a los demás y sacando el
momento oportuno para resaltar las cualidades de cada uno.
Y observando las implicaciones jurídicas y mandato constitucional de preservar la honra de cada quien y tampoco llegar a la
difamación.
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