11 de octubre de 2014

Construir Puente Tamayo-El Palmar

Por Lito Santana

No sé cuántas veces los munícipes de Tamayo me han solicitado que le dedique esta columna a la urgente necesidad de que el Gobierno construya el puente sobre “El Regolón Grande” que une al barrio San José con el distrito municipal de El Palmar. Este reclamo supera ya los 30 años, desde aquel día que el puente viejo de madera, que unía estas comunidades, amaneció prendido en llamas y no hubo forma de apagarlo.

Quién lo diría…un pueblo tan fogoso como Tamayo ha visto pasar más de siete gestiones de gobierno y

ninguno se ha interesado en construir este “puentecito”, que a lo mejor por ser tan “pequeñito” no le interesa a nadie construir, pues sus ganancias con esta “obrita” serían pírricas.

Quizás las autoridades menosprecian esta pequeña obra porque todavía la gente de Tamayo y El Palmar pueden comunicarse tomando la carretera hacia Neiba y que incluye pasar por Monserrate,

Santa María, Batey Cuatro, Batey Tres y La Puerta, pero esa vuelta puede ser evitada con una inversión que más que económica, es social y hasta cultural. Pero la gente sigue clamando. 

No con la intensidad que se hacían las cosas en los tiempos de las utopías y que Tamayo era rememorado como el pueblo de Plinio Matos Moquete, Amable y Rafael Reyes y que las generaciones posteriores le llevaron a las primeras páginas de los periódicos con jornadas de luchas históricas, sino con la habilidad de funcionarios jóvenes y gente de prestigio con la que ahora cuenta este pueblo. 

Del lado de El Palmar sucede lo mismo. Hay toda una generación de hombres y mujeres que, encabezados por el director de la Junta Municipal, el licenciado Andrés Julio Ricardo, podrían iniciar un gran movimiento para unir vía directa a estos dos pueblos que históricamente han tenido vínculos profundos.

Esta petición no debiera ni siquiera llegar al despacho del presidente Medina, que tiene tantas ocupaciones, pero sí a instituciones como el Indesur, a la Oficina Gubernamental para el Desarrollo Provincial y hasta a los propietarios del consorcio Azucarero Central, que se benefician mucho de esta región y que podrían tener en el puente que une a Tamayo con El Palmar, una maravillosa obra social. ¿Quién se anima?

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