Por Vinicio López
Hace un par de meses Jeremie visitó a sus abuelos con la
finalidad de celebrar su cuarto aniversario de nacimiento. El reside en España
y me dio una lección con su formación educativa. Sintiendo voluntad de orinar,
cuando compartíamos en la galería de mi casa, me solicitó ir al baño. Le dije
que por ser pequeñito el podía resolver esa necesidad fisiológica orinando
sobre la saladilla de nuestro jardín.
Su respuesta me asombró, al explicarme que no se debe orinar
sobre la grama. Dándole un mal ejemplo le insistí que podía hacerlo. Su
reacción fue mucho más sorprendente cuando se decidió y exclamó: ¡perdón grama
por orinarte!
Cualquier explicación sale sobrando, sólo lo dejo como reflexión
a los amigos lectores, a los maestros y a los padres.
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