Por Clemente Terrero*
En el ámbito de la política gremial, la gente se organiza voluntariamente en la agrupación que entiende se puede sentir más cómoda e incluida, donde se le dé valor y participación en igualdad de condiciones. Por esas razones, puede permanecer muchos años y a veces se le olvida el tiempo que tiene.
Durante su estadía en la organización, las personas agremiadas aprenden muchas cosas, buenas y malas, como trabajar en equipo, lidiar con los conflictos, adquirir disciplina, orden y respeto hacia sus compañeros y sus dirigentes.
En estas organizaciones se forjan amistades y todo tipo de relaciones personales y sociales; se aprende a convivir en armonía, a disfrutar los momentos alegres y también los momentos tristes que se presentan en la lucha gremial.
Todos los miembros de una organización gremial merecen respeto y valoración, sin importar las ideas y pensamientos que tengan, porque cada quien piensa y ve las cosas de manera muy particular.
Lo mismo sucede con la forma en que la gente vive su vida, cada ser humano decide lo que quiere y actúa de acuerdo con su conciencia. Tiene derecho a luchar por lo que quiere, con quien quiere, y eso hay que entenderlo, aunque moleste.
Que un individuo tenga intereses individuales no debe ser motivo de condena ni de ataque; es un derecho que tiene como persona física. Eso se debe entender, al igual que quienes deciden vivir apartados de los problemas del mundo, pues tienen toda la libertad de hacerlo.
Si un dirigente abandona una organización, aunque duela, no debe generar rechazo, odio ni rencor. Su decisión debe ser acatada, sin crear conflictos ni provocar una crisis interna. Es su derecho.
Quien quiera irse, que se vaya. Hay que dejarla partir sin obstáculos, permitiendo que esa persona tome el camino que considere más conveniente y oportuno. Es su libre decisión y no debe ser motivo de preocupación para nadie. Desde luego, quien decida renunciar, debe hacer una profunda reflexión y hasta consultar a personas de su confianza.
Las hojas viejas se caen de los arboles para renovarlos, crecen nuevas hojas, haciéndolos más frondosos y bellos. La vida no se detiene; sigue su curso. En el camino, llegan personas que se comprometen a continuar la lucha que otros abandonaron, para lograr el bien de todos.
No debemos anteponer el interés individual sobre el colectivo. Por eso, cuando se desprende un pedazo de tu cuerpo, lo sientes, es una cosa natural y pasajera. El daño y el dolor que se ha producido, con el tiempo pasa. Cuando eso suceda, mantén la mente serena, sigue firme y recuerda siempre los buenos momentos, porque, al final, no sabes lo que pasará.
Pertenecer a una agrupación gremial es una decisión voluntaria, no es obligatoria y nadie tiene derecho a reclamar favores para obligar a una persona a que se mantenga a su lado, si ella no lo desea. Permanecer es una decisión libre y democrática que hay que respetar, aunque moleste a algunos. Eso no debe hacernos sentir odio ni rencor.
*El autor es gremialista histórico y militante activo del Colegio Médico Dominicano (CMD), candidato a la presidencia de dicho gremio.
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