Por Virgilio Gautreaux P.
Reviste suma importancia
conmemorar una gesta cuando ésta cumple 56 años. Debiera ser motivo de
reflexión, discusión y jornadas intelectuales, en las cuales pueden
participar algunos de los actores de dicho acontecimiento desde una perspectiva
académica, despojada ya de las pasiones del momento.
Desafortunadamente, por
motivos conocidos, son muchos los que desean que los hechos ocurridos en Enero
de 1962,
permanezcan fuera de la memoria de las grandes mayorías del pueblo
dominicano. Por eso, este hecho ocurrido hace décadas y las acciones que le
precedieron y le prosiguieron, se mantienen sepultados por una pesada losa de
hormigón.
Los oportunistas
conservadores de siempre, han logrado, mediante un eficiente control
mediático, que esos acontecimientos dramáticos y tan importantes para la
democracia dominicana, queden en el olvido. Para ello, han contado con la
complicidad de algunos intelectuales que se han lucrado presentando a Trujillo
y sus secuaces como personajes conchoprimescos o folklóricos, despojados
de toda sospecha. Se nos presentan esas hienas, como poseedores de gran
habilidad y sagacidad, que logran sus objetivos.
Ajusticiado el tirano, el
pueblo dominicano reprimido por tres décadas rompió sus cadenas. Ya a los 45
días de “la muerte
del chivo”, las multitudes
llenaban las calles del país reclamando su libertad. El sólido régimen, a pesar
de los grandes esfuerzos de los trujillistas (muchos de ellos actualmente funcionarios), no pudo con la avalancha popular. Los mítines y
discursos de adhesión trujillista, servían para instigar que las fuerzas
armadas, la policía nacional y los paleros de Balá, fueran más crueles contra
la población indefensa.
Es increíble que remanentes de esa gente tan perversa,
se presentEn todavía descaradamente en los medios de comunicación.
El ajusticiamiento de
Trujillo “en tiempos
de guerra fría”, provocó una grosera intromisión norteamericana en
los asuntos internos nacionales, que a la postre distorsionaron la “hoja de ruta de la democracia dominicana”. Las sucesivas apreciaciones interesadas yanquis
sobre lo que mejor convenía al pueblo dominicano, así como los temores de una “nueva Cuba en el Caribe”, provocaron sangrientas represiones, Golpes de
Estado, guerrillas, una Guerra Patria y la intervención de 42 mil soldados
estadounidenses en 1965. Fueron muchas las víctimas dominicanas (jóvenes,
intelectuales y el pueblo en general) que ocasionó la errónea política de John
Kennedy y Lyndon Johnson. Las soluciones “Made in USA” que aplicaron, se tradujeron en sangre, sudor y
lágrimas para la patria de Duarte, Sánchez y Mella.
El periódico New York Times,
que se mostraba “preocupado” por la situación dominicana, en la práctica sólo
reflejaba los intereses estratégicos del gobierno norteamericano y las tácticas
político-militares del Departamento de Estado y el Pentágono. La fiebre
anti-Castro que padecía EUA, se convirtió en el trapiche de la democracia a que
aspiraba nuestro pueblo luego de 30 años de tiranía.
Los ocho meses que abarcan
el período Junio 1961-Enero 1962, fueron de gran impacto político. Todo el
país estaba movilizado pidiendo libertad. El gobierno se apoyó en los hombres
de uniforme, sus aviones, tanques y barcos de guerra. Los
trujillistas-encabezados por Ranfis y Balaguer, intentaban manipular la
situación en su provecho y se presentaban como preparados para dirigir la
transición. Promulgaron una “Ley anticomunista” para halagar a Estados Unidos y
para acusar de marxista a todo el que se les opusiera. Mientras tanto, el país
se llenaba de cadáveres.
El servil Congreso Nacional
era un apéndice del Partido Dominicano y un sello gomígrafo del binomio
Ranfis-Balaguer. Por instrucciones de ambos, los legisladores aprobaron
la Ley 5545 del 2 de Junio de 1961, que creaba el ESTADO MAYOR GENERAL CONJUNTO, cargo que concentraba todo el poder de las tres ramas militares del
país, en una sola persona. Ese mismo día, Balaguer emitió el Decreto 6729,
designando a Ranfis en dicha posición.
Al mismo tiempo, los
congresistas lambones y desvergonzados, despojan de condecoraciones a los
militares que participaron en el ajusticiamiento del Sátrapa. En una acción
igualmente deleznable, el Senado de la República y la Cámara de Diputados,
aprobaron la Ley 5558 del 23 de Junio de 1961, mediante la cual se canceló la
pensión de RD$ 60.00 que cobraba la Sra. Mercedes Fernández viuda Román, madre
del General Román Fernández. Sin duda alguna, que cuando el Congreso Nacional se
convierte en un sello gomígrafo del Poder Ejecutivo, el excremento llega hasta la azotea !!!
También mediante decreto,
el Presidente Balaguer expulsó algunos profesores universitarios que
tenían vínculos familiares con los complotados.
Mientras el dúo
Balaguer-Ranfis decía que conducían la “transición democrática”, arreciaron la violencia contra el pueblo en todo
el territorio nacional. A mayor represión, mayores compensaciones, medallas y
ascensos a los militares más abusadores y comprometidos con el trujillismo y el
pos-trujillismo. De manera especial, durante los meses de septiembre y octubre,
la oficialidad de la aviación era las más compensada por su destacado papel
represivo. El mismo Ranfis es condecorado por Balaguer mediante Decreto No. 7057 del 01 Septiembre del 1961, con la Orden al Mérito “14 de Junio”, en la clase militar primera categoría.
En un aprieta-afloja, los
desafueros cívico-militares eran mezclados con leyes y decretos de
destrujillización, en un afán de confundir al pueblo, que sólo quería ver
saltar del poder la pareja que representaba el despotismo de los últimos 30
años. Los universitarios encabezaron todo el estudiantado nacional en la
cruzada libertaria, razón por la cual fueron objeto de persecuciones, golpizas
y asesinatos. Balaguer dispone en Octubre de 1961, el cese de actividades de la
universidad, razón por la cual los estudiantes ocupan las azoteas de las
viviendas de varias casas de Ciudad Nueva, especialmente en las calles Noel y
Espaillat. La cruel represión contra ellos, conmueve la nación, cuya rabia aumentó
cuando Balaguer felicita a quienes se ensañaron contra los estudiantes. Este
asalto gubernamental, desnudó la mascarada. A finales de ese mes, hubo
masivas promociones militares.
El país levantado, logra en
Noviembre de 1961, la salida de la familia Trujillo, pagando una elevada cuota
de sangre. Al momento de la huida de Ranfis, éste asesina cobardemente los
ajusticiadores del tirano que estaban encarcelados. A pesar de que se
produjeron algunos cambios políticos, Balaguer se apoya en otro hombre de uniforme -el General Rodríguez Echavarría- en un esfuerzo más por permanecer en el poder,
hasta el 16 de Agosto de 1962.
En los primeros días de
Diciembre de 1961, se produce una huelga general que concluye con la formación
de un Consejo de Estado, integrado por siete Miembros. Este organismo está
encabezado por Balaguer y el Dr. Rafael F. Bonnelly como Vice-Presidente.
Sin embargo, el pueblo en
general, las organizaciones políticas, los sindicatos y dentro del mismo
Consejo de Estado, se quiere la salida de Balaguer y aumentan las
presiones para que éste renuncie. Dentro del gobierno recién creado, hay
fuertes contradicciones. Los representantes de la Unión Cívica, encabezados por
Rafael F. Bonnelly, impulsan la salida de Balaguer, quien fija diferentes fechas
para su renuncia, apelando a diversos pretextos. Juan Isidro Jiménez Grullón, en
un artículo de primera página publicado el 2 de Enero de 1962 por el diario La
Información de Santiago, señala: “Desgraciadamente, el trujillato no ha sido
totalmente erradicado. Y como consecuencia de ello vemos al gobierno del Dr
Balaguer dictando medidas que obedecen a la técnica caudillista del servicialismo. Lo que están haciendo (repartiendo) los bienes de
la familia Trujillo, es clara expresión de ello”.
La gente en las calles de
todo el país, se pronuncia contra la presencia de Balaguer como Presidente de
la República. El levantamiento de las sanciones económicas impuestas por la OEA
el 4 de enero de 1962, aumenta el clima de agitación nacional que reclama la
salida definitiva de todo vestigio de trujillismo dentro de las estructuras de
poder. La prensa internacional publica que el Capitán Enrique Prestol Castillo
y los Tenientes Octavio Rafael Alba Minaya y Eddy Francisco Tineo, entregaron
una carta al Dr. Bonnelly pidiendo la destitución del General Rodríguez
Echavarría como Secretario de las Fuerzas Armadas o que acepte sus renuncias si
no es relevado de dicho cargo. Ya anteriormente, el 2 de Diciembre de 1961,
trece oficiales habían formulado una petición similar.
Mientras aumentaba el vacío
en torno a la pareja Balaguer-Rodríguez Echavarría, ambos pretendían aparentar
lo contrario. Un Comunicado de fecha 14 de Enero, firmado por la
Agrupación de Abogados de Santiago, exige la inmediata renuncia del
Dr. Balaguer y la destitución de Rodríguez Echavarría como Jefe de las Fuerzas
Armadas. Ya los abogados de San Francisco de Macorís, días antes, habían
formulado este mismo reclamo.
Es en medio de esta
situación es que se produce LA
MASACRE DEL PARQUE INDEPENDENCIA.
A partir del mediodía
del 16 de Enero
de 1962,
comienzan a concentrarse en el parque Independencia, grupos reclamando la
renuncia de Balaguer y la salida de su jefe militar. Bocinas colocadas en el
local de la Unión Cívica difundían arengas, música y discursos del presidente
de esa organización, el Dr Viriato Fiallo. Más contingentes humanos se suman a
la protesta popular, en la medida que se conoce lo que está pasando.
Los gorilas de la base
aérea de San Isidro y los funcionarios trujillistas que aún estaban en el
Palacio Nacional, ordenan reprimir la manifestación. Por el tipo de contingente
que se envía, cinco tanques de guerra AMX y cinco carros de asalto con
potentes ametralladoras, desde un principio, quienes impartieron la orden sabían
cuál sería el desenlace. Efectivos militares con ametralladoras, completaban la
formación militar. El entusiasmo de la multitud es ahogado por el ruido de las
diez pesadas unidades blindadas, las cuales se despliegan casi en medio de los
manifestantes. El Teniente Coronel Cuervo Gómez, comandaba la tropa.
Superada la sorpresa
inicial, la gente se reagrupa y vocifera contra la presencia militar. Varios
corre-corre, amenazas, rastrilleo de armas y uno que otro culatazo, caldea más
los ánimos. Cuervo Gómez ordena que silencien las bocinas y tanto los
manifestantes, como los que manejaban los micrófonos, se oponen. El
oficial instruye a varios militares que suban al segundo piso donde estaba la
UCN, los cuales, luego de intentar infructuosamente de ingresar por una puerta
que estaba bloqueada, intentaban subir mediante una escalera.
En medio de este
forcejeo, arriba al lugar de los hechos el Dr. Rafael F. Bonnelly -Vicepresidente
del Consejo de Estado-, quien llama a la cordura de los presentes, a la vez que
le dice al oficial que detenga la operación contra la UCN. Recibe una negativa
como respuesta. En esos momentos uno de los militares que estaba en la escalera,
cae al suelo, momento en que se inicia una balacera contra la multitud
congregada. Los ”valientes” hombres de uniforme disparaban a sus anchas contra gente inocente y
desarmada.
El saldo trágico son 5
muertos y numerosos heridos. Concluída la masacre, el contingente sale hacia su
base en San Isidro. Ya la misión había sido cumplida. El “combate” resultó con una resonante victoria y ningún
efectivo militar resultó herido.
Quedaron para siempre
tendidos en el suelo, el barahonero y dirigente político, Pío Varona y otros 4
ciudadanos, los heridos fueron trasladados a hospitales y clínicas. El dolor
era inmenso.
Al conocerse en la ciudad
capital el saldo trágico, la multitud indignada incendió el cine Olimpia,
propiedad de uno de los adulones de Trujillo, algunos vehículos militares, así
como la vivienda de la familia del Teniente Coronel Cuervo Gómez, ubicada en la
calle 19 de Marzo. La gente colocó barricadas y escombros en varias calles, por
si retornaban los tanques.
El país estaba al borde de
la guerra civil, aumentan las presiones contra el “dúo malvado” y dentro del Consejo de Estado se solicita de
manera firme a Balaguer, que renuncie inmediatamente.
En respuesta a las
manifestaciones populares y a los aprestos del grupo que lo repudia dentro del
Consejo de Estado, Balaguer organiza una asonada golpista y tras bastidores
forma una Junta cívico-militar, encabezada por Huberto Bogaert, e
integrada por Armando Oscar Pacheco, Antonio Imbert Barreras, Luis Amiama
Tió, el Contralmirante Enrique Valdez Vidaurre, el Coronel EN, Neit Nivar
Seijas y el Mayor Piloto, Wilfredo Medina Natalio.
La Junta establece el
Estado de Sitio, la censura a la prensa, el toque de queda y la conculcación de
las libertades alcanzadas. Algunos miembros del Consejo de Estado
derrocado, son mantenidos bajo arresto.
La prensa nacional, el 17 de
Enero contenía diversos comunicados amenazantes firmados por los títeres de
opereta que integraban la “Junta Cívico-Militar”. Rodríguez Echavarría también
colocó un Comunicado donde justificaba todo lo ocurrido, afirmando que ello evitó una trama de agitadores perversos y capitalistas con sus conciencias
envilecidas por las pasiones, los cuales habían ofrecido fuertes sumas de
dinero por cada arma que se le despojara a los militares.
La reacción del pueblo fue
inmediata. Una poderosa huelga general paralizó el país. Varios Ministros
renunciaron y gran parte de los empleados públicos del país, no acudían a
sus labores. En medio de la situación, el General Rodríguez Echavarría -el poder
detrás del trono- dictaba medidas atentatorias contra la democracia. La
represión era el soporte de la frágil dictadura de último recurso, creada por
el Dr Balaguer. Había una gran tensión nacional.
Aislada y repudiada por
todo el país, vista de mala manera por los países democráticos del continente y
hostilizada por la prensa internacional, se desplomó en 48 horas, la última maniobra
del trujillismo activo en la República Dominicana. Rodríguez Echavarría fue
apresado y el Dr. Balaguer saltó la verja de la Nunciatura papal, situada al
lado de su casa, en la Avenida Máximo Gómez. Una transmisión por radio y
televisión, le anunció al pueblo dominicano la noche del 18 de Enero de 1962,
que la pesadilla había concluido. La nación se lanzó a las calles
desbordada de entusiasmo. Se formaron caravanas por todas partes. La gente se
subió a los tanques de guerra y los camiones de los militares que habían
depuesto la pandilla usurpadora.
En Barahona, esa misma noche
se formó una caravana de vehículos que recorría la ciudad tocando sus bocinas
anunciando el derrocamiento de la junta. El jefe de la base aérea
local -apellidado Beauchamps Javier- envió una patrulla a emboscar los alegres
manifestantes, los cuales recibieron ráfagas de ametralladoras, resultando
muerto el Fiscal Rafael-fello-Méndez y otros resultaron heridos.
Resulta paradójico que un
barahonero es ametrallado al comienzo de la Junta Cívico-militar en el parque
Independencia y otro compueblano es ametrallado en Barahona, al final de la
intentona.
Un nuevo capítulo se abrió
para el país a partir de ese Enero de 1962. Un nuevo Consejo de
Estado -encabezado por el Dr. Rafael F. Bonnelly- asume al poder. Su mandato
concluye trece meses después, al entregar a Juan Bosch la presidencia, el 27 de
Febrero de 1963.
Es bueno precisar, que este
Consejo encabezado por Bonnelly, tuvo ribetes de autoritarismo. Persiguió y
deportó muchos dominicanos. A algunos exiliados por Trujillo, se les mantuvo el
impedimento de entrada al país. Ese gobierno se manejó promoviendo un
sentimiento ultra-antitrujillista y hostigamiento al movimiento
izquierdista, a intelectuales y a todos aquellos luchadores por una
auténtica democracia. Todos estos últimos, el Consejo los calificaba de
comunistas. También resulta curioso que este equipo gobernante, que nació en
medio de una verdadera masacre, concluyó sus días haciendo su propia masacre en
Palma Sola.
El 16 de Enero de cada año
debe ser objeto de homenaje a los mártires de esta gesta democrática,
incluyendo ofrendas florales en el Altar de la Patria, así como de jornadas de
recordación en escuelas y colegios.
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