14 de noviembre de 2018

Ahora Sí Estoy Preocupado

Por Bienvenido Heredia

Dos soldados del Ejército de la República Dominicana, apostados en un  lugar de la Carretera Internacional, que de carretera no tiene nada, es un camino vecinal en mal estado (lo conozco desde Puesto Escondido, en Duvergé, hasta Pedernales), no pudieron ni podían hacer nada contra decenas de nacionales del vecino pías de Haití, que interceptaron y, literalmente, secuestraron a varios profesionales dominicanos el pasado fin de semana.

Un poco más adelante de ese lugar, otros dos o tres soldados del mismo Ejército, de servicio en un pequeño puesto fronterizo, se alegraron cuando vieron a los profesionales pasar en un sus motocicletas dos horas y media después, porque ellos esperaban que los haitianos no los dejarían ir tan tranquilamente.


En ambos momentos (el de la intercepción o secuestro y la "liberación" del grupo de dominicanos), los cuatro o cinco militares señalados, les indicaron que su actuación de pasividad se debió a que ellos no podían hacer nada para evitar la acción de los haitianos y la posible agresión física contra nuestros compatriotas.

Al ser cuestionado sobre el repudiable insidente, el jefe del ejército tuvo el coraje (tupé) de admitir que esa institución tenía información de que decenas de haitianos tenían varios días protestando en la señalada zona, obstaculizando el tránsito libre de los dominicanos, en reclamo de que les devolvieran una motocicleta incautada por las autoridades dominicanas cuando la trasladaban a terriotorio haitiano, luego de haberla robado en territorio dominicano.

Entonces, qué es lo preocupante?

Es preocupante que las autoridades militares no tengan la capacidad, la destreza ni la logística necesaria, para defender a nuestros ciudadanos agredidos por extranjeros dentro de nuestro propio territorio.

Es preocupante que extranjeros en faltas legales dobles (ilegales y culpables de ilícitos penales), se amotinen en nuestro propio territorio y violen el derecho al libre tránsito de los dominicanos, les extorsionen y les arrebaten sus pertenencias, sin que las autoridades llamadas a resguardarnos puedan dispersar, aunque sea, la enardecida turba.

Es preocupante que el daño contra el grupo de profesionales que hacían turismo interno en nuestras montañas, no se hiciera más grave porque los agresores se creyeron el cuento de que eran americanos, lo que indica que los dominicanos somos presa fácil para los haitianos.

Es preocupante, que pese a los innumeros "planes" para resguardar nuestra frontera, los guardias de puesto en esa zona limítrofe, no dispongan de un medio de comunicación inmediata para alertar sobre cualquier peligro. No es posible.

¿Dónde están los drones comprados hace poco para vigilar con mayor "efectividad" nuestra frontera?

Dónde están los vehículos todoterreno comprados hace poco con los mismos fines?

En qué quedó el envío de un mayor número de efectivos militares hacia nuestra frontera?

A propósito de la caravana de miles de inmigrantes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua que se dirigen a Estados Unidos, ¿que haremos si cientos de miles de haitianos decidieran marchar en masa hacia nuestro territorio? Entre Centroamérica y Estados Unidos hay miles de kilómetros de distancia, entre Haití y República Dominicana, sólo existe un resbalón.

Recordemos que sectores de poder económico y político de Haití, propusieron hace poco menos de dos años, a través del periódico Le Nouvelliste, que ese país debe implementar la política de "exportar" por lo menos la mitad de sus nacionales, es decir, unos 5 millones de haitianos, a fin de que puedan producir recursos en otros lares para fortalecer la economía de ese empobrecido país.

Entonces, sí que me preocupa, porque si algunos interesados asuzaran a sus connacionales en Haití, la caravana migratoria estaría aquí, de este lado, en lo que se dice B E R E N J E N A...y este país, señores, no resiste cargar con la pobreza extrema de nuestros vecinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.