Por Franklin Almeyda Rancier
Crear una fortuna política a partir de los 64 a 81 años de vida, lo
puede hacer un genio de la política. Bosch convirtió al PLD en esa fortuna; se
asomaba al poder para los comicios de 1990. Se reiteraba la necesidad de
superar el capitalismo tardío y fortalecer fuerzas productivas.
Dirigentes endémicos buscaban la candidatura vicepresidencial. Lo mismo
pretendían “los socialistas”, dirigentes
provenientes de las izquierdas. Era
una típica lucha sucesoral. Pero Bosch escogió para la vicepresidencia a un
dirigente de Santiago, dedicado a la orfebrería.
Ambos sectores crearon un vacío que dejó a Bosch sin el apoyo necesario,
facilitándosele un fraude electoral a Balaguer; éste se sirvió de una
aplicación con un factor multiplicador, para mantenerse sobre Bosch. Peor
cuando los dos miembros del CP asignados a la JCE, abandonaron el recinto para
irse a dormir.
Al día siguiente Bosch designó una nueva representación, la cual no
tardó en descubrir el origen del fraude, pero debía demostrarse. Se solicitaron
las actas originales, asentadas en un “Libro Amarillo”, del cual se reproducía
el conteo. La JCE no accedió a la entrega.
Luego se supo que el Presidente de ella fue llamado por Balaguer, para
decirle que “no gobernaría sin el Senado” y que esperaba de él reciprocidad,
puesto que “tenía en su escritorio retenido un expediente familiar”. Esto dio
lugar que ante la reiterada petición nuestra, dijo “No puedo hacer nada”.
Buscábamos, sin anunciarlo, recuperar siete senadurías,
para alcanzar la mayoría requerida y hacerle un juicio político a Balaguer. Fue
cuando Bosch lanzó la proclama “Que se vaya yá”. Balaguer repitió públicamente
lo que había dicho al Presidente de la JCE: “No gobierno sin el Senado”.
El Departamento de Estado mostró preocupación e
invitó al PLD, enviando Bosch como comisionados a Leonel y a mí; había que
decirles que lo que sucediera no era contra ellos. Ese viaje fue incidentado
para retrasar la salida. Quien lideraba en el PLD a los dirigentes endémicos,
negociaba con Balaguer, para reconocer su triunfo a cambio de funciones
importantes. Incluso, hablaron con Peña Gómez para convencerlo de que le
convenía aceptarlo, pero se negó a hacerlo.
La lucha sucesoral sacó a los “socialistas” de la
organización. El control partidario lo retuvo quien pasó a encabezar la Cámara
de Diputados.
Para los comicios siguientes de 1994, no le
regatearon a Bosch la candidatura; no se arriesgarían, el posicionamiento
electoral partidario era bajísimo. Cometieron un error, para sus intereses sucesorales,
asumieron a Leonel Fernández como candidato vicepresidencial.
Balaguer repitió con Peña Gómez lo que le había
hecho a Bosch. Eso desató una crisis política con repercusión internacional,
obligando a Balaguer a aceptar un “Pacto” para recortar dos años su mandato y
establecer su no reelección. Se decide participar en las elecciones de 1996,
con Leonel de candidato; eso consolidó la migración a otras manos del liderazgo
de los dirigentes endémicos.
No se previó ganar; no veían que Balaguer no apoyaría
al candidato de su propio partido, para no perder el control partidario;
tampoco apoyaría a Peña Gómez, por sus amenazas antibalagueristas. Los votos
serían del PLD, y así fue.
Como se sabe, se ganó y quien apoyó a Leonel su
liderazgo prevaleció sobre los dirigentes endémicos. Pero en política las cosas
no son necesariamente como parecen.
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