La Magia del Bolero (1 de 2)
Por Carlos Darío Sousa Sánchez*
Yo soy de la generación del cuaderno para canciones y
poesías, claro que también soy del “Cancionero de Sal de Uvas Picot“, con Chema
y su sal fe frutas. Así que formo parte de esa “pléyade” de oidores e
intencionados en el canto, el baile y el enamoramiento con boleros.
Claro que muchas de esos boleros los oía cantados por mamá,
por la prima y hermana del alma, Gabina y en la radio Phillips que había en casa
y que papá encendía para escuchar las
noticias en la onda
corta de Radio Nacional de España, o para los juegos de pelot,a y en su ausencia para poner “HIZ”, “La Voz Dominicana”, que iniciaba sus transmisiones a las 7.00 de la mañana con un noticiero y los domingos canciones, para luego transmitir la Lotería, y quizás “la Voz del Trópico”, y que ponían los éxitos del momento.
corta de Radio Nacional de España, o para los juegos de pelot,a y en su ausencia para poner “HIZ”, “La Voz Dominicana”, que iniciaba sus transmisiones a las 7.00 de la mañana con un noticiero y los domingos canciones, para luego transmitir la Lotería, y quizás “la Voz del Trópico”, y que ponían los éxitos del momento.
Así que por ahí anda la cosa con los boleros y claro, con los
merengues, o por aquella mangulina dedicada a mi abuelo Monono, que recuerdo
decía: “Ve dile a Carlita –mi abuela- que te dé la pata`e Monono, pa´se un bisté”,
tocada por uno de los conjuntos típicos de entonces (no recuerdo si era el Trío
Reinoso y lo más probable por Isidoro
Flores).
En esa bruma de recuerdos vienen incardinados letras que han
pasado a ser inolvidables en la cultura popular, pero sobre todo en mí.
Recuerdo a mamá cantando ”Nocturnal” -a través de las palmas que duermen tranquilas- , y hablando de José Mojica, que
dejó el canto para meterse a cura, o cantando “Júrame” de María Grever. A
Gabina con los Panchos, Jorge Negrete, y como lloraba con su muerte, y la
verdad no recuerdo que cantaban “Las Orquídeas”, compuesto por Gabina, Nidia Peláez
y Sor Lirio Padilla, es posible por el año, los 50s, entre otras, “Nuestro Juramento”, pero no
estoy seguro. Lo que sí era la cuerda que me daban por intentar “cantar”
“Aunque me cueste la vida” y alguna otra. Lo que sí estoy seguro era que la
nana que me arrullaba, no la he olvidado. A lo mejor por eso es que había ya
señales de que me gustaba comer “Pavo, pavo, pavo con arroz, que si no lo
comes, me lo como yo”-
Bueno, me he extendido en vivencias casi personales, y no es
extraño, pues el bolero es así que lo siento. Tenía que comentar el libro que
encabeza esta exposición. Hace unos días, por necesidad tuve que ir al “Caos”, a
la lejana “Capital”, y aproveché un momento para ir a “Cuesta”, a comprar algún
libro y ver novedades –tan importante como una transfusión-. “La Magia del Bolero”, de Héctor Brea Tió, fue el primero al que le
eché manos, lo ojee y vi parte de su contenido y a pesar del año en que fue impreso, me quedé con él.
Brea Tió hace un recuento de los orígenes del bolero, por
supuesto, yo pienso que al final es una fusión en las que intervienen diferentes
aspectos, o influencias, que van evolucionando hasta llegar al sitio que va a
ocupar cuando interviene el aspecto humano del amor.
Existen teorías, con mucha base, sobre el origen geográfico.
Por ejemplo, Fernando Casado refiere en un artículo publicado en Listín Diario
en abril del 2005, en el que hace referencia a una publicación del “Eco del
Pueblo” en 1857, que habla del
bolero. Hace referencia a que el primer bolero cubano es de alrededor de 1880,
inclusive establece las diferencias en sus patrones rítmicos. Históricamente se
consigna que José Sánchez
-Pepe- sastre de profesión, escribió, en Santiago de Cuba, el bolero “Tristeza”.
No importa el origen, la verdad quisiera que fuera nuestro,
el asunto es el fin.
Cabrera Infante (Novelista cubano autor de “Tres Tristes
Tigres”), lo califica como “la ilustración poética del conflicto”, y ese es el
contexto universal, pues contiene los mismos gustos y disgustos; las mismas
sombras y luces; son el despliegue del amor y los ramalazos del sufrimiento;
las nieblas y las nostalgias cantadas de un confín a otro del continente.
Jaime Rico Salazar, en sus “100 años de Bolero”, y cita Brea
Tió, sostiene que posiblemente tuvo su origen en las Islas Baleares y en la de
Mallorca, trasladándose a Andalucía. El diccionario de la RAE de 1970, lo
define como “Aire Musical Español, Cantable y Bailable”, que tiene un compás ternario, movimiento
majestuoso y que llega a Cuba en el siglo XVIII.
Por supuesto, todos
quieren ser el origen del Bolero, es decir, de su música, de sus letras y de su
canto. Ahora, por mucho que se diga, la parte humana es la más importante, pues
esa es la que vivimos, no importan los estudios o la parte sociológica, la realidad
es que el es un “apretón autorizado” y eso lo sabemos, pues el bolero “incitaba
al mejilla con mejilla y canturriarlo al oído de la pareja”, y a veces a un
poco más. Y ese un poco más no nos descubre los boleros que han permanecido
años dentro del armario.
El autor hace referencia al libro de Tony Évora “Música
cubana. Los últimos 50 años”, Alianza, 2003, y ya metidos en este tema, ese libro
da para algún artículo más, pues incluye toda la música y no solo el Bolero,
que podemos realizar en otro momento.
El libro de Brea Tió
consta de 408 páginas, dividido en las que se incluyen capítulos como “Mi pasión
por el Bolero”, “Orígenes del Bolero”, “Aportes periodísticos sobre el Bolero” "El bolero dominicano”, “Cantantes líricos y de boleros”, “Tango”, y “Galería
de boleros”.
*El autor es catedrático universitario.-
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