El Señor Presidente
Por Carlos Darío Sousa S.*
Miguel
Ángel Asturias, Guatemala 1899, Madrid 1974. Premio Lenin de la Paz, 1965 y Nobel
de Literatura en 1967, por su contribución a la literatura y al activismo
político contra las dictaduras latinoamericanas.
Normalmente
se habla de que su obra cumbre es “Hombres de maíz” (1963), basada en la
explotación colonial. También escribe “Mulata de tal”, y “Tres de cuatro soles”, a las que incorpora muchos de sus conocimientos en Antropología, de la que era
graduado.
El
Señor Presidente, que ahora vamos a comentar, se inspira en la figura del
dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera, donde eleva a su máxima capacidad
expresiva su línea narrativa.
“El
relato constituye un descenso a los infiernos a través de la reconstrucción de
una atmósfera de pesadilla, forjada por el ejercicio ilícito del poder y por la
omnipresencia de la tortura y el miedo”.
El
libro que tengo es el correspondiente al editado por Alianza editorial, tercera
edición, Madrid 2013.
Las
ideas sobre los caudillos presidentes, normalmente abusadores por su posición
de fuerza, es casi un lugar común en la historia de nuestra América. Pero no es
solo la fuerza sino todo la mitología que se construye alrededor del personaje
“.. Presidente de la República, cuyo domicilio se ignoraba (y) habitaba en las
afueras de la ciudad muchas casas a la vez, cómo dormía, porque se contaba, al
lado de un teléfono....y a qué hora, porque sus amigos aseguraban que no dormía
nunca” (Mussolini y la luz de su despacho
siempre encendida o los desvelos patrióticos de Trujillo).
La trama se inicia con la muerte del coronel
José Parrales Sonriente, uno de los militares leales al presidente, por un
mendigo llamado Pelele, a partir de ahí se inicia toda la trama que discurre en
Tres partes y 41 capítulos y un epílogo, al que hay que sumar un largo
vocabulario que se usa en la exposición, 408 páginas de lo que se ha llamado,
con acierto, cuando se produjo el “boon latinoamericano”, realismo mágico. El
libro es, como diría Valle Inclán, esperpéntico, pero de un lirismo descarnado.
Por supuesto, en muchos de los capítulos
encontramos referencias a lugares comunes a toda la política de nuestros países
y por supuesto esta y sus personajes. “..amigos
del Presidente, propietarios de casas, prestamistas de dinero al nueve y medio
y diez por ciento mensual, funcionarios con siete y ocho empleos públicos, explotadores de concesiones,
títulos profesionales, casas de juego, (hoy día, también, bancas de
apuestas), patios de gallos, prostíbulos,
tabernas y periódicos subvencionados”.
“Murga de mugrientos, sopladores, rascatripas
y machacatambores. Los payasos enharinados repartían programas de colores,
anunciando la función de gala dedicada al Presidente de la República,
Benemérito de la Patria, Jefe del gran partido Liberal y Protector de la
Juventud Estudiosa”.
“Yo le diré, Don Luis, ¡y eso sí, que
no estoy dispuesto a que por chismes de mediquetes se menoscabe el crédito de
mi gobierno en lo más intimo. ¡Deberían saberlo mis enemigos para no
descuidarse..!
“¡Mira calla!, no suceda aquí lo que
no ha sucedido nunca.
¡Usted sería el hombre ideal para
guiar los destinos del gran pueblo….!
Todo le pareció fácil antes que
ladraran los perros en el bosque monstruoso que separaba al Señor Presidente de
sus enemigos, bosque de árboles de orejas que al menor eco se revolvían como
agitadas por el huracán.
Hasta el Señor Presidente tiene una
jauría de perros importados.
De nada le servirá ser inocente, de
nada. Ya estaba complicado, ya estaba complicado.
Ofreció a su hija a un amigo del
Señor Presidente, quien a su vez debía ofrecerla al propio Presidente.
Los hombres del pantalón rojo se
quedan sin cabeza, las lanzan al aire y no las reciben al caer…
¿Cuál era la realidad? No haber
pensado nunca con su cabeza, haber pensado siempre con el quepis. Ser militar
para mantener en el mando una casta de ladrones, explotadores y vendepatrias
endiosados es mucho más triste, por infame, que morirse de hambre en el
ostracismo.
¿Por qué aventurar la barca del Estado
en lo que no conocemos, cuando la cabeza de ella se encuentra el Estadista más
completo de nuestros tiempos, aquel a quien la Historia saludará Grande entre
los Grandes, Sabio entre los Sabios, Liberal, Pensador y Demócrata?
Todas
las novelas y relatos contenidos dentro de la literatura del dictador, no
importa el autor, tienen contenidos comunes, no importa la época o el ámbito
geográfico y el tiempo en que se desarrollan.
Por
supuesto, en todos “el que no tenga candados para callarse la boca, que se pónga los
candedos”.
O
no es lo que nos pasa por pensar diferente de los que mandan. Es la “historia
del poder que atropella, humilla y somete. Y como en el “Yo el Supremo” nos quitaron
un hueso del cuello para impedirnos levantar la cabeza. Por supuesto ya sabemos
dónde terminaron todos esos mangantes.
*El autor es catedrático universitario.-
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