Por Angel González Féliz
Al abarcar temas como la responsabilidad social y el compromiso ciudadano, es prácticamente inevitable caer en los
deberes y derechos que como individuos poseemos. Que cada persona asuma sus
deberes y sus derechos es lo que permite el buen funcionamiento de las
relaciones interpersonales que cada uno mantiene con los demás de su entorno.
En el momento en que una persona obvia alguno de sus deberes o le violan uno de
sus derechos, se produce un conflicto entre las partes involucradas.
En este mismo sentido, cae sobre nuestros hombros aportar un granito de
arena en pro del reordenamiento de toda una sociedad. Sí, el término es amplio,
suena a casi una utopía, pero particularmente soy de los que piensa que el
cambio empieza por casa. Cambio yo, cambias tú, cambia él, y vamos creando una
cadena de cambios que se traducen en beneficios palpables para todos.
La educación en este país representa un problema grave, y no me refiero
exclusivamente a la educación en las escuelas, hablo de educación en un sentido
más amplio, de formación, que es algo que no adquieres únicamente en la
escuela, requiere de mucho más. Deberías aprenderlo en tu casa, pero no es un
secreto para nadie las deficiencias que cada vez se hacen más evidentes en la
crianza actual y que son responsables de muchos problemas que afectan a la
sociedad actual (la delincuencia, por ejemplo).
Esta falta de formación, de educación, de conocimientos, es como una
manzana podrida en un cesto de manzanas buenas, daña a las demás.
Las inutiliza por su contaminación (esto podría entenderse como pérdida de
oportunidades de desarrollo para el país por el desorden, la delincuencia, y
muchas otras cosas negativas que empañan todo lo bueno que de verdad tenemos).
Aunque esa deficiencia beneficia a un sector muy importante, en especial a
personas que buscan beneficios personales a costa del detrimento, inclusive, de
una sociedad completa.
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