Trump firmó este viernes un decreto ley sobre medidas de vigilancia de personas que viajan a EEUU que supuso la suspensión de visados para personas procedentes de Irán, Siria, Irak, Somalia, Sudán, Yemen y Libia, todos de mayoría musulmana y vistos por Washington como eventual origen de terroristas yihadistas.
En Alemania, la canciller Angela Merkel declaró ayer estar “convencida de que la guerra decidida contra el terrorismo no justifica que se coloque bajo sospecha generalizada a personas en función de una determinada procedencia o religión”.
Partidos alemanes de diverso signo rechazaron el veto, y el expresidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, candidato socialdemócrata a las elecciones generales germanas, dijo que Trump había roto “un tabú”, lo que dañará las relaciones transatlánticas, puntal tradicional de la política exterior alemana.
En el Reino Unido, tradicional aliado de EEUU y con importante inmigración de los países vetados, la reacción del Gobierno llegó hoy después de que la primer ministra, Theresa May, recibiese duras críticas por su negativa inicial a pronunciarse sobre este asunto.
Desde Downing Street, May -que finalmente declaró no estar de acuerdo con el polémico decreto- ordenó hoy a sus ministros de Exteriores e Interior contactar con sus homólogos de EEUU para aclarar la situación y evaluar el impacto de esas medidas en refugiados y musulmanes, además de en nacionales británicos, muchos de ellos con doble nacionalidad de países vetados.
El titular de Exteriores británico, Boris Johnson, aseguró a su vez que el Gobierno protegerá “los derechos y libertades de los nacionales del Reino Unido, aquí y en el extranjero”.
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