Historias de las Ideas Políticas III
Orígenes de la Filosofía. Mito y Cosmogonías prefisolóficas
Por Carlos Darío Sousa S.*
En toda lección introductoria al pensamiento antiguo,
es obligado abordar la difícil cuestión de los orígenes de la filosofía. Como
no podemos fijar unos límites temporales precisos en sus comienzos, ni siquiera
en su final, la mayoría de los manuales
sitúan el nacimiento de la filosofía con los pensadores llamados “presocráticos”,
que J. Fischl llama “preática” (Manual de historia de la filosofía”, Herder
1997). Concretamente en la figura de
Tales (de la ciudad griega de Mileto)
en torno al siglo VI a. C., y el final del período de la filosofía que
comúnmente conocemos como antigua o pensamiento clásico, se suele fijar en
torno al siglo VI a. de C, con la figura de Ancio Manlio Torcuato Severino Boecio, filósofo que cerraría la época
llamada genéricamente Antigua.
En primer lugar, reparamos en que los mitos de la
antigüedad griega son cosmogonías o sobre el origen de los dioses, formas arcaicas de explicación del comienzo de
todo y, por tanto, forman lo que podemos llamar la parte embrionaria de la
filosofía. Para comprender bien esto, necesitamos acercarnos, aunque sea
brevemente también, a las principales cosmogonías prefilosóficas griegas, como
las epopeyas teogónicas (Teorías sobre
el origen del universo. Nacimiento del
mundo, relato mítico), contadas por Homero, o las teogonías (Origen de los
dioses) de Hesíodo, Epiménides (filósofo y poeta que vivió en el siglo VI a. n.e.
Se dice de él que durmió durante cincuenta y siete años en una cueva cretense,
bendecida por Zeus, y que cuando despertó. estaba dotado con virtud de poder
profetizar lo que iba a ocurrir) del
poeta Museo, o las teogonías órficas
(relativo a Orfeo, maestro de los encantamientos), y en ellas veremos cómo
estos primitivos autores se plantearon
ya de forma original, el problema del principio o de lo primero en surgir antes
de todo (proton), es decir, lo primerísimo o elemento primordial, que después
se llamará arkhé por los presocráticos.
En Hesiodo,
encontramos que ese proton será el caos.
En Alcmeón, la materia
indiferenciada, sostenía que el cuerpo humano está cruzado por poros
pequeñísimos, capaces de percibir los efluvios del mundo. Con Empiménides, asociamos la teoría del “Huevo cosmogónico” (simbólicamente
comienzo de algún tipo). En la teogonía de Museo,
se habla de tres principios originales: Noche,
Tártaro y Aer. Noche, colocada dentro de las corrientes Órficas, que ponía
la noche como la más importante de las divinidades. El Tártaro Museo, hace
surgir todas las cosas y al final deben volver a él. Aer, es el tercer
elemento, relacionado con la oscuridad, y situado en el cielo, en una parte de
la sub-tierra, entre el cielo y la tierra. En la teogonía órfica, con la cual
normalmente se relaciona a Museo, se utilizarán metáforas originarias, como el
que Sol es un falo que engendra la vida. Todas estas cosmogonías serán tan
importantes para la posteridad, porque configuran el ambiente “espiritual” que
verá nacer la filosofía en Grecia.
Con esto, queremos decir que existe un proceso
evolutivo del pensamiento humano difícil de calibrar, que se remonta por lo
menos algunos milenios más atrás, del cual
no sabemos casi nada, y que todo intento de presentar la historia del
Pensamiento debe comenzar con la observación, porque sólo la perspectiva de un
diminuto trozo de la evolución del género humano, puesta en comparación con la
historia de la vida sobre la tierra y ésta dentro de la evolución de nuestro
planeta y de nuestro universo entero.
*El autor es catedrático universitario.-
Bibliografía:
1.-José Luis Cañas y Juana Sánchez-Gey: Op. Cit
2.-Johan Fischl. Op Cit.
3.-Rafael Arriallaga T. Op. Cit
4.-Roxana Beatriz Martínez Nieto. La teogonía de
Museo: fragmentos inéditos e intento de reconstrucción. Tomado de su página de
Internet.
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