31 de octubre de 2016

A PROPOSITO DEL DESARROLLO (IV)

Cementos del Sur (CEMESUR)

Por Rafael Matos Féliz

Pensamos que muchos barahoneros y ciudadanos de la región, recordarán que hace varios años se habló de la instalación de una fábrica de cemento en la zona de Puerto Alejandro. Dicho proyecto estaba siendo promovido por un empresario, aparentemente extranjero, de nombre Ernesto Baba y establecía la explotación minera y uso de la marga calcárea que se encuentra en abundancia en las montañas de la Sierra Martín García.

La marga calcárea es una roca de un tipo de mineral no metálico, que se utiliza mucho en la fabricación del cemento. Comúnmente la gente le dice caliza. El proyecto, además contemplaba, la construcción de un muelle en la misma zona de Puerto Alejandro y la posible reparación de la carretera desde el puerto hasta la conexión con la carretera Barahona-Azua, a la altura de la comunidad de Canoa.

Todo eso estaba aparentemente muy bien, así que decidimos requerir informaciones más detalladas del proyecto. Luego se nos entregó un informe de evaluación ambiental muy voluminoso, tanto a la SOEBA como a CEDAIL (Centro Dominicano de Asesoría e Investigaciones Legales), institución esta última que estaba al servicio de FUNDASUR, Lemba y la Diócesis de Barahona.

Después de leer la evaluación, conversamos con la gente de Fundasur, Cedail y Lemba y se decidió sostener un encuentro con los principales promotores del proyecto de la fábrica. Monseñor Mamerto Rivas, quien fungía como el Obispo de la Diócesis, propuso que el encuentro se hiciera en el mismo terreno propuesto para la cementera, es decir, en Puerto Alejandro.

La SOEBA había señalado públicamente, que teníamos objeción frente a algunos aspectos de la evaluación ambiental, pues en la misma se establecía que en la zona no se realizaban actividades humanas de ningún tipo, por lo que ignoraba que más de un centenar de lugareños de Canoa y Jaquimeyes habían sido asentados en la zona, en las llamadas tierras comuneras, para la crianza de animales (vacas), mientras otros se dedicaban a la pesca y algunas personas realizaban actividades de siembra en conucos temporeros en las épocas lluviosas.

Otro aspecto del que queríamos detalles, se refería al mismo proyecto, pues en él se señalaba que la planta de cemento estaría a cielo abierto. Por estas razones, habíamos decidido solicitar que si el proyecto afectaba a las personas allí asentadas, las mismas debían ser reubicadas y también solicitar que a la planta se le pudiera colocar una cobertura o extractores, para lograr que el polvillo generado no afectara a los ciudadanos ni a los cultivos de Canoa, Bombita, Jaquimeyes y Vicente Noble.

Ya en el lugar de encuentro, nos reunimos los promotores del proyecto, la gente de CEDAIL, de Lemba, Fundasur, SOEBA y Monseñor Mamerto Rivas. De inmediato, les planteamos nuestras sugerencias, las cuales eran compartidas por los presentes locales. La respuesta de los promotores fue, que esas solicitudes implicaban mayores gastos para ellos y que esas cosas no se habían contemplado en el proyecto. Mientras intercambiábamos ideas con los promotores, don Mamerto Rivas nos escuchaba.

Al cabo de un rato, Mamerto intervino y dejó caer una bomba de mil megatones. Le preguntó directamente al señor Ernesto Baba ¿De dónde proviene el dinero para ese proyecto? Y siguió diciendo, pues hasta mí me han llegado informaciones de que son recursos ilícitos, de acciones ligadas a actividades ilícitas y al narcotráfico. Todos los allí presentes nos miramos asombrados y dejamos de hablar. La pregunta y la aseveración del Obispo, generaron un dime y direte entre Ernesto Baba y Mamerto. Se cruzaron palabras muy ofensivas y ahí mismo terminó la reunión.

Cada uno se fue por su lado, y en el caso de la SOEBA, no nos volvimos a referir a ese tema en público. Elucubramos sobre las informaciones que podía tener el Obispo y recordamos que para ese momento él se desempeñaba como Presidente de la Dirección de Control de Drogas en Barahona. Preferimos callar sobre la Cementera y cuando se supo que la misma no sería instalada, aparecieron los personeros del “¿dónde está lo mío?” acusándonos, que por nosotros, por SOEBA, y por unas vaquitas cagonas, se fue la cementera de aquí.

Hasta ahora habíamos dejado ese incidente así y en este momento lo recordamos, para seguir apuntalando sobre lo que algunos le llaman “desarrollo”. Desconocemos si esos personeros del desarrollo económico a ultranza ya tenían arregladas sus ganancias y beneficios con la cementera. De verdad que eso lo desconocemos.


Rafael Matos Feliz

Por el Desarrollo Sostenible   

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