26 de septiembre de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 26 de septiembre, 2016)

La Música en el Castillo del Cielo I

Por Carlos Darío Sousa S.*

Resultado de imagen para la musica en el castillo del cieloJohn Eliot Gardiner nos brinda esta obra, Acantilado, 2015, que es “Un retrato de Johan Sebastian Bach”, uno de los compositores más enigmáticos,  complejo y genial de la historia de la música.

Mi primer recuerdo de la música de Bach quizás tengo que ubicarlo en la película “20 mil leguas de viaje submarino”, donde el Capitán Memo, James Mason, tocando un órgano interpreta “Toccata y Fuga”, aunque la verdad es que solo vine a saber el título, así primero, y autor, tiempo después. Cómo después me la he encontrado en otras películas como “El fantasma de la Opera”. Quienes han visto esas y otras películas podemos decir que parece que se utiliza en momentos de intensidad, para que inspire miedo o terror, con ese sesgo, digamos, hitchcockiano,  y la verdad es que nos sobrecogía.

Según el autor, reconstruir la vida de Bach es sumamente difícil, pues no dejó siquiera correspondencia familiar, recuérdese que las epístolas (Ver. Fumaroli: República de las letras) fueron el medio de comunicación más efectivos para mantener una relación familiar,  científica o cultural, en un momento escritas en latín y en otro en las lenguas vernáculas. La versión más cercana a su vida fue lo que han contado sus hijos que el propio Bach le relató.

La Alemania en que nació Bach (1685), era un peculiar rompecabezas político: una multitud, o un archipiélago, de ducados independientes, principados y ciudades “libres” imperiales. El Sacro Imperio Romano, subdividido a su vez territorial y estructuralmente, se había visto reducido durante el siglo anterior, a una mera sombra de su antiguo ser. Samuel  Pufendorf decía “sin ser ni un reino ni una república, hemos de llamarlo un cuerpo político que no se ajusta a ninguna regla y se asemeja más a un monstruo”. Estamos hablando de la Alemania en víspera de la Ilustración (Movimiento cultural e intelectual europeo desarrollado desde finales del siglo XVII, hasta el inicio de la Revolución francesa).

A pesar de haber nacido casi cuarenta años después de la Paz de Westfalia (1648) los horrores de la guerra seguían presentes en la memoria de todos. Esa situación nos puede dar una comprensión profunda del ambiente cultural y psicológico en que nació y se crio Bach, a lo que tenemos que añadir los mitos nemorosos y los rituales paganos que seguían existiendo (por ejemplo la fiesta de la fertilidad. George Frazer en “La Rama Dorada” nos brinda una amplia documentación de ese mito en el mundo) a pesar de los intentos de suprimirlos. Para los turingios, el bosque, el hogar de las divinidades tribales reinantes, conservaba el aura mágica de la naturaleza indómita, y era una fuente de fenómenos meteorológico naturales, como violentas tormentas eléctricas, que tanto terror causaban aparentemente a Lutero, convencido de que procedían del Diablo.

Las influencias que se van presentando en la intelectualidad, procedente de personajes tan trascendentes como Copérnico, Kepler o Galileo, no se encuentran rastros de algún tipo de investigación científica en el Currículo de Bach. La verdad es que las influencias que recibe son fundamentalmente, tanto del antiguo y nuevo testamento y de los escritos de Martín  Lutero, que inspiraron el “pietismo” y que da luz a una fuerte explosión en la piedad individual, o siguiendo las festividades del calendario litúrgico.

La ciudades de Alemania (viéndolas en conjunto) luchan por tener un lugar destacado en el comercio y por tal, realizar varias ferias al año que coincidían con aspectos culturales en los que la música sacra, presentada en los templos, formaban parte de ese ritual. La fusión de lo profano  y lo religioso tiene su mundo de presentación en el medio urbano. Séneca decía “El verdadero placer es un asunto serio”, y es por eso que Bach se toma en serio la interpretación de las obras que presentaba al público, recordándoles a los asistentes a los conciertos que escuchar música se requiere prestarle la debida atención.

En la época de Bach la iglesia seguía siendo  el centro de la sociedad de Leipzig. Para sus ciudadanos era el lugar de encuentro: con Dios, pero también con sus vecinos, semana tras semana. El principal servicio religioso, domingo tras domingo, constituía el principal acontecimiento religioso y social de la semana.
A lo largo de todo el año –excepto durante la Cuaresma y Adviento- este fenómeno le brindo a Bach los públicos más amplios  a los que habría de dirigirse nunca. Pero esa asistencia masiva trajo como consecuencia dividir por clase los lugares que habrían de ocupar, sin necesidad de mezclarse con los fieles de a pié, violando él así, el precepto luterano de adorar a Dios en compañía del prójimo.

Otro de los grandes inconvenientes en esos conciertos, eran los elaborados rituales formales en los saludos y las reacciones que se producían con las entradas fuera de hora de algunas damas sobre las que caían miradas libidinosas.

Adicionalmente, las autoridades temían que “la música dentro del templo se prolongase demasiado –o, a los ojos del clero, era demasiado entretenida, demasiado frívola o demasiado operística- podría suponer una distracción de la Palabra de Dios y proporcionar un pretexto para el desorden y para una conducta indisciplinada de uno u otro tipo. Ese temor fue tan grande, que algunas ciudades cerraban las puertas de la ciudad cuando se ejecutaban los servicios religiosos, para que no ingresaran carruajes y peatones, incluso se pusieron cadenas de hierro cerrando calles y callejones para impedir toda perturbación.      

Pero eso no quedaba ahí, se tomaron otras  medidas extremas para evitar desórdenes públicos provocados por quienes no podían –o no querían- asistir a la Iglesia.

Había competencia en las casas, los intérpretes de instrumentos en las escuelas de misión, casas siempre compuestas de becados  de diferente extracción social, designados casi siempre por maestros de cierto nivel de formación.


Bach forma parte de ese grupo de primer nivel, tanto en la composición, en la dirección y la ejecución  de instrumentos, destacando su notable formación en los órganos que formaban parte de las iglesias y que competían entre sí por el tamaño y por el número de tubos que poseían. 

*El autor es catedrático universitario.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.