2 de septiembre de 2016

El Corazón Humano, Otra de las Maravillas del Creador

Por Dr. Eliscer Guzmán 

Eliscer-Guzman-199x300New York.-El corazón es un órgano muscular, del tamaño de un puño, dividido en cuatro cavidades, dos aurículas en la parte superior y dos ventrículos en la parte inferior, que son conectados por cuatro válvulas que funcionan de una manera simétricamente perfecta para llevarnos sangre oxigenada y nutrientes a todos los tejidos de nuestro cuerpo. 

El corazón bombea la sangre en un circuito cerrado, en una sola dirección, donde ni una gota de sangre se pierda o malgasta, donde las aurículas reciben la sangre y los ventrículos, específicamente el izquierdo, la bombea. 

El corazón trabaja continua e incesantemente aun mientras dormimos. Late aproximadamente 115,000 veces por día, a 75-80 veces por minuto y si vivimos hasta los 75 años de edad, latirá más de 3.000 millones de veces a lo largo de nuestra vida y bombeando más de un millón de barriles de sangre. 

El corazón tiene su sistema de conducción eléctrico propio. El corazón tiene células especializadas que le permiten determinar el ritmo y frecuencia cardiaca ideal. El pulso disminuye cuando dormimos y la necesidad de sangre oxigenada es menor y aumenta hasta 150 veces por minuto, cuando esta necesidad aumenta como con el ejercicio y el embarazo, cuando en vez de 5 litros por minuto puede bombear hasta 15 litros
.

Como todo músculo, el corazón necesita sangre oxigenada para vivir. Esta sangre es suplida por su propio sistema circulatorio, constituido por las arterias coronarias que recorren toda la superficie del corazón en forma de corona, de ahí su nombre " Coronarias". 

El corazón, con sus receptores nerviosos ultra sensitivos, determina cuando dilatar estas arterias en caso de necesidad, cuando contraerlas e inclusive, mantenerla en un estado de somnolencia o hibernación por meses o años, en caso de peligro que amenace su sobrevivencia.
 
El corazón, órgano maravilloso, incansable y proveedor de vida con cada latido, es lesionado a menudo por todos nosotros con la fuma, la obesidad, las dietas indebidas y hasta con el uso de drogas que destruyen al más noble de nuestros órganos. 

Con su muerte también fallecemos. Cuidándolo agradecemos al creador por un regalo insustituible y que con cada uno de los 3 mil millones de latidos a lo largo de nuestra vida, nos recuerda que existe un Dios sabio y misericordioso: ¡cuidémoslo! 

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