26 de julio de 2016

Reforma Policial, Delincuencia y Populismo


Por Leonardo Plata.-

“Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad." Juan Pablo II. 

Desde hace años, la República Dominicana se ha visto afectada por el auge de la delincuencia, la cual ha sembrado el terror a la mayoría de los ciudadanos que cohabitamos en los diferentes pueblos y urbes.

La delincuencia es un fenómeno social que tiene múltiples causas y que para poder frenarla o disminuirla se requiere de una seria de factores que vayan a la raíz de la causa que la genera.

Muchas veces cometemos el error de confundir actos violentos o delincuencia, dos fenómenos, que aunque pudieran parecerse, son diferentes, ya que la delincuencia podría definirse como el conjunto de actos en contra de la ley, tipificados por la ley y merecedores de castigo por la sociedad, en diferentes grados, en tanto que la violencia se produce cuando una persona agrede a otro física o verbalmente, provocándole un daño físico y moral.

Recientemente, fue promulgada la ley 596-016 sobre la Reforma Policial, la cual trae una serie de medidas y cambios en el accionar de esa institución armada, la cual tiene como finalidad mantener el orden y la paz en nuestro país, pero no es el sánalo todo de los males sociales que afectan al país, sobre todo en los sectores mas oprimidos, que es donde se genera la delincuencia y se producen hechos violentos.

Existe una presión mediática, un populismo social para que el Estado dominicano, a través de sus organismos llamados a combatir los crímenes y delitos, endurezcan y aumente las penas a las personas que transgreden la ley, como si esto fuera el antídoto que va a curar el cáncer social llamado delincuencia.

Con las modificaciones hecha al Código Penal Dominicano, así como la nueva Reforma Policial, se evidencia la gran presión social que existe contra el gobierno para que este ponga un stop a los niveles de delincuencia, pero nadie se ha detenido a señalarle al gobierno las causas que la generan, para buscar una solución más viable y más humana para constreñir y combatir los hechos delictivos.

Hay que tener mucho cuidado, pues jamás se puede legislar para disminuir las garantías y los derechos fundamentales de las personas, independientemente de que sea delincuente o no, porque estaríamos ante una involución jurídica que retrotraería conductas abusivas y represivas por parte de los órganos persecutores del delito.

Los derechos fundamentales, consagrados en nuestra Carta Magna y en los tratados internacionales de los cuales somos signatarios, no permite que los países modernos que están dentro del marco de un estado social, democrático y de derecho, jamás aspiren a quebrantar y mutilar los derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad y la dignidad, porque estaríamos cometiendo una involución en materia de derecho y eso es peligroso, porque volveríamos a un estado de barbarie y de abusos de poder, por parte de funcionarios y cuerpos castrenses.

El jurista y especialista en derecho constitucional Eduardo Jorge Prats, en su obra “Los Peligros del Populismo Penal”, plantea que "el populismo penal es antigarantista, porque propugna por la disminución de las garantías; es maniqueo, porque orienta al combate de la criminalidad como cruzada contra el mal; es panpenalismo, porque considera al Derecho Penal como remedio de todos los males sociales, como sanalotodo social; y es simbólico y demagógico, porque sólo crea la ilusión de que soluciona los problemas vía la intervención penal".

La solución del problema de la delincuencia, en ningún país del mudo donde se respeten los derechos fundamentales y la dignidad de las personas, se resuelven aumentando los hechos punibles, porque sería contrario al espíritu de la justicia y a las aspiraciones de una sociedad mas justa, donde prevalezca la paz, la igualdad y la solidaridad entre todos sus entes sociales.

La falta de oportunidad, la indiferencia gubernamental en crear políticas sociales adecuadas para disminuir los niveles de pobreza, los hogares en conflicto, la irresponsabilidad de muchos padres, el desmoronamiento moral y espiritual que sufre la familia dominicana, es el caldo de cultivo de este mal social llamado delincuencia y es ahí que está la raíz del problema. 

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