24 de julio de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 25 de julio, 2016)



Peter Watson: Historia intelectual del siglo XX (II)

Por Carlos Darío Sousa S*

De todos estos cuarenta y dos capítulos, vamos a seleccionar solo partes de los mismos.

De la primera parte “De Freud a Wittgenstein. El sentido de un principio”, destaco “La mente práctica de los EEUU”, pues se refiere a los cambios que se produjeron en sus universidades. Si hacemos un recuento al azar, de los países con esos centros de estudio, nos vamos a asombrar. China contaba con cuatro; en África subsahariana había cuatro; Australia con cuatro; Nueva Zelandia con una; Rusia, diez.

Si la escasez de universidades era el rasgo distintivo de la vida intelectual del mundo no occidental, los Estados Unidos se caracterizaban por la lucha entre los que preferían universidades al estilo británico y los que se decantaban por las de corte germánico. Harvard, fundada en 1636, seguía el modelo británico.

Hasta el siglo XX, las instituciones estadounidenses de enseñanza superior, eran más escuelas que universidades implicadas en los adelantos del conocimiento.

La primera persona que concibió una universidad moderna tal como la conocemos, fue Charles Eliot, catedrático de química en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, y que fue nombrado Rector de Harvard. A su llegada, el centro contaba con 1,050 estudiantes y 59 profesores. Cuando se jubiló en 1909, el número de estudiantes se había multiplicado por 4 y el de profesores, por diez. La importancia de Eliot, no radica en las cifras. Cambió los planes de estudio que había heredado y que contaba con las limitaciones propias de una universidad de humanidades. Construyó escuelas profesionales superiores y las convirtió en parte integrante de la universidad. Promocionó los estudios de postgrado y creó el modelo que luego seguirían las demás universidades estadounidenses.

Eliot siguió el sistema educativo de enseñanza superior de habla germana, el mismo bajo el que se formaron Max Planck (1858-1947, Físico fundador de la teoría cuántica. Premio Nobel de Física en 1918). Max Weber (1864-1920. Historiador, politólogo, filósofo, jurista, sociológo, economista). Richard Strauss (1856-1939. Psicoanálisis, neurocirugía, medicina, psiquiatría, intelectual). Albert Einstein (1879-1955. Teoría de la relatividad. Efecto fotoeléctrico. Premio Nobel de Física, 1923).

La fusión de las mejores prácticas de Alemania y Gran Bretaña, supuso un gran cambio, una respuesta pragmática a la situación en que se encontraban las universidades del país al despuntar el siglo. Y el pragmatismo fue una tendencia bien marcada en el pensamiento de los Estados Unidos. Estos no dependían del dogma o la ideología europeos, sino de su propia “mentalidad”; gozaba de la oportunidad de seleccionar lo mejor del mundo viejo y evitar el resto, y supieron sacar buen provecho de dicha situación.

Uno de los cambios más importantes, fue la creación en 1908, de la Escuela Superior de Administración de Empresas para Licenciados. Concebida como centro de postgrado, producto de la crisis del mercado bursátil del 1907, que puso de relieve la necesidad de hombres de negocios mejor formados.

Harvard creó su propia definición de comercio: “Creación de bienes para venderlos de manera decente y obtener beneficios”. Definición que tenía dos actividades básicas: la producción o fabricación de los bienes, y la comercialización o mercadotecnia (marketing), el acto de distribuirlos. Como no existían manuales sobre estas disciplinas, los profesores centraron su atención en los empresarios y las empresas, y desarrollaron el sistema de Harvard, basado en los estudios de casos prácticos. Además de la fabricación y distribución, había una asignatura dedicada al Manegement científico, de Federico Winslow Taylor (1856-1915). Este ingeniero mecánico y economista, es considerado padre de la Administración Científica. Basándose en estudios analíticos sobre tiempos de ejecución y remuneración del trabajo, pudo determinar científicamente, trabajos estándar, crear una revolución mental y un trabajador funcional. Sus principios son los siguientes: Estudios de tiempos; Estudios de movimientos; estandarización de herramientas; departamento de planificación de ventas, principio de administración por excepción; tarjeta de enseñanza para trabajadores; reglas de cálculo para el corte del metal y el acero; métodos de determinación de costos; selección de empleados por tareas e incentivos si se termina el trabajo a tiempo.

Hacer una referencia completa del contenido del libro de Watson, puede darnos una visión completa, no absoluta, de los temas que plantea. Podemos hablar desde la teoría de la relatividad, como hemos referido, hasta el descubrimiento del ADN, hablar de Spengler y su “Decadencia de Occidente”, de Eliot y su “Tierra Baldía” (Abril es el mes más cruel, hace brotar lilas en tierra muerta). Del nacimiento de la BBC, del Círculo de Viena, de la Idea del Progreso, de Freud, del Cine Mudo y del Cine hablado, de Rienfenstahl (Los documentales El Triunfo de la Voluntad y Olympia), de Hitler, de Turing (Padre de la Computadora y precursor de la informática), de Mannheim, de Popper, de Fermi, del Proyecto Manhattan, Sartre, Nobokov, de la “Igualdad, Libertad y Justicia en la Gran Sociedad”, del Cielo y la Tierra, “De la Idea más Grande que ha existido nunca” –las huellas dactilares genéricas-, la no ficción frente a la ficción, la guerra de las culturas, o “Del profundo orden del caos”, para terminar con el Internet y de la singularidad de Stephen Hawking.

Todo recomendable, incluyendo sacar tiempo para leerlo.

*El autor es catedrático universitario.-

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