12 de mayo de 2016

Todo Está Consumado

Por Fabio Herrera Miniño

Los dominicanos estamos a escasas 72 horas del día crucial para el país. El próximo domingo, una buena parte de la población acudirá a los colegios electorales a votar por sus candidatos favoritos. Por lo tanto, solo cabe decir, como dijo el Redentor en la agonía de la Cruz !Todo está consumado!.

Y a la hora de recoger los bates, la oposición, frente a su derrota anunciada, le añade un jabón al salcocho electoral de pregonar fraude antes del conteo, si se persiste en el conteo electrónico de los votos.

Ya quedaron atrás los intensos caravaneos con desperdicio de combustible y tiempo. También se contó con la exhibición de vehículos de todos los modelos y del año. Las hermosas coristas animaban cada visita del candidato presidencial morado a barrios y pueblos. Un despliegue de colorido en cada marcha por las calles y carreteras contribuían a mantener unas multitudes cautivas. Se disfrutaba de los bailes, bebidas, contagiosa música y movimientos corporales de las hermosas jóvenes que danzaban en tarimas colocadas estratégicamente en los recorridos del candidato morado.

La campaña electoral, por el acelerado laborantismo partidista, tuvo sus inicios en el 2012. Ahí surgieron las evidencias de que el presidente Medina acariciaba la idea de buscar en el 2016 la reelección, pese a que se trataba de digerir un tiburón podrido. Pero la atracción del poder y su deseo de concluir lo que nunca se había hecho, impulsaron una reforma constitucional apoyada en asegurarle a los legisladores su continuidad.

Lo que no se hizo durante la campaña, ya queda enterrado para la historia. Solo queda el pataleo feroz de la oposición por aquello del conteo manual de los votos. El ingrediente tan obvio de una reforma constitucional negociada y comprada, muestra una vez más que cuando se tiene el poder se pueden hacer muchas travesuras con el barniz de la legalidad y constitucionalidad. Todo en favor de quien controla los instrumentos oficiales y los recursos para otorgar prebendas apoyando al que suma los deseos de quien busca un nuevo período constitucional..

Ya las encuestas trazaron los lineamientos de lo que quiere la población. En todas se vaticina una victoria del candidato oficialista, quien pese a contar con una cómoda ventaja en cada medición popular, en ningún momento bajó la guardia e insistía en repetir de buscar los votos hasta debajo de las piedras.

Y parece que por el sentimiento y sentir de la ciudadanía, los expertos se extrañan del poco entusiasmo popular en estos días del mes de mayo. Se augura una posible victoria, sin el tremendo margen previsto en las encuestas, a favor de Danilo Medina, como se anunciaba en las encuestas de marzo y abril. 

Hay una frialdad general de la ciudadanía para no ponerle calor al evento del domingo. Hasta los incidentes clásicos de las elecciones pasadas se han reducido al mínimo, con excepción de la lamentable muerte del ex rector de la UASD o de enfrentamientos de rivales en Barahona y en otros pueblos.

En el pelotón de candidatos presidenciales opositores hay seis de ellos que difícilmente logren más de un 5% del total de los votos computados. Eso revela una dispersión de la voluntad popular. Es el individualismo del dominicano, que cuando se cree líder, su verdad es la única que vale, y los demás deben plegarse a la misma. No se procura la unidad para componer un sólido frente que pudiera enfrentar a la alianza de los hermanos separados del PLD y el PRD.

Tan solo Luis Abinader ha podido aglutinar una buena parte de la oposición en el engendro de algo llamado Partido Revolucionario Moderno. Pese a la posición alcanzada en las encuestas, se creería que por la percepción existente los números de tales sondeos sería fácilmente superados. Si tal cosa ocurriera quedarían mal paradas las reputadas firmas encuestadoras que todas vaticinan más de un 60% de la votación a favor del presidente Medina.

Si se llegara a una segunda vuelta, la batalla electoral sería mucho más animada. Se le daría sabor final a una contienda que es poco lo que ha ofrecido al volátil temperamento del dominicano. Los dominicanos en política llevan sus pasiones y simpatías al límite a los extremos y hasta vías de hecho por las diferencias partidarias. Hasta las simpatías mal encaminadas afectan las relaciones familiares por culpa de una terquedad innombrable de los que se creen lideres insustituibles.

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