La Política en Tiempos de Indignación
Por Carlos Darío Sousa S.*
Daniel
Innenarity, Bilbao, 1959, publica el
libro que lleva ese sugestivo título, Galaxia de Gutenberg, 2015, que sigue la
línea de otro de sus libros, La Sociedad
Invisible, premio Espasa de Ensayos, 2004, pero en aquel avanza en su
análisis de la sociedad actual, en la que “Los años de la crisis han llenado las
calles de manifestantes indignados (como el llamado 15-M, iniciado en Madrid) y
han sido un revulsivo que ha dado lugar a nuevos movimientos
sociales, incluso
a nuevos partidos.
Innenarity
es catedrático de Filosofía Política y Social, investigador “Ikerbasque”
(Fundación Vasca para las Ciencias) en la Universidad del País Vasco y director
de su Instituto de Gobernanza Democrática.
En el
prólogo: “la política y sus enemigos”, Josep Ramoneda dice que este libro es
como un ejercicio para “entender mejor la política”, combatiendo los argumentos
de quienes quieren destruirla. Dice el prologuista: “Entiendo por cultura de la indiferencia
la apolítica, la banalización de la palabra, el desprecio al otro (le negamos
el derecho a la indiferencia, le señalamos como diferente, para tratarlo con
indiferencia) y el desprecio por los perdedores.
Ramoneda
dice esto. ”Los partido políticos no están cumpliendo con tres de sus funciones
principales: la representación, la selección de cuadros competentes para
gobernar, y el reconocimiento de los ciudadanos como sujetos políticos”.
Recuerda Ramoneda, que para Innenararity “La
política es palabra. Hablar a los ciudadanos es la primera señal de respeto. No
hay nada más antipolítico que la consigna <hechos no palabras>. Es la
claudicación de la política. La palabra para comunicar con la ciudadanía y para
reconocerle a ésta su voz, la palabra para abrir expectativas de futuro y
transformar las situaciones en oportunidades”.
De la
Introducción destacamos lo siguiente: “En la Grecia clásica el idiotés era quien no participaba en los
asuntos públicos y prefería dedicarse únicamente a sus intereses privados.
Pericles deploraba que hubiera en Atenas indiferentes, idiotas, que no se
preocupaban por aquello que a todos nos debe concernir”. “Si hiciéramos hoy una
apresurada taxonomía de la idiotez en política, deberíamos comenzar por aquellos
que quieren destruirla. Se desmantela lo público, los mercados tienen más poder
que los electorados, las decisiones que nos afectan son adoptadas sin
criterios democráticos, no hay
instituciones que articulen la responsabilidad política”. “Existe un segundo
tipo de idiotas políticos, y son los que tienen una actitud indiferente hacia la
política, que acaban siendo el aliado inconsciente de quienes consideran que la política es un
espinoso obstáculo para sus sacrosantas intenciones de no dejar nada en paz.
Ya
entrando en el contenido de sus capítulos, leemos “Viejos y nuevos sujetos
políticos”. En este leemos, “Las transformaciones políticas, sean de tipo
revolucionario o evolutivo, modifican tres clases de asuntos: los sujetos, los temas o las condiciones. Hay
cambios políticos que se deben a que cambian los sujetos a los que se considera legitimados para protagonizar que la
política sea hecha por unos y no por otros, por una cierta clase social y no
por todos, por el Estado y no por la sociedad civil”.
“En
otros casos, el cambio tiene lugar porque se altera el conjunto de temas sobre los que se debate o se
gobierna, de manera que unos asuntos dejan de ser importantes y otros se sitúan
en el centro del debate público o de las prioridades de gobierno”.
“El
tercer conjunto de modificaciones tiene que ver con el hecho de que cambian las condiciones dentro de las
cuales se lleva a cobo la política, los
tiempos se aceleran y los espacios se abren, porque ciertas tecnologías por las
redes alteran las reglas del juego, de manera que el gobierno, lo público, la
soberanía o los límites, se convierten en algo bien distinto.
“Una
sociedad es democráticamente madura hasta que no deja de reverenciar a sus
representantes y administra celosamente su confianza en ellos”.
“Que la
política suela terminar frecuentemente en manos de una casta que renueva poco,
y ese es uno de los principales reproches que dirigimos a los partidos políticos”.
Vemos
lo que nos dice en “La función de los expertos en una democracia”. La política
es una ocupación inconcreta para la que se necesita capacidad de juicio, visión
de conjunto prudencia, intuición, sentido del tiempo y la oportunidad,
capacidad de comunicación, disposición a tomar decisiones para las que no hay
certeza completa”
“La
democracia es un sistema político que hace intervenir a los expertos en el, proceso de toma de decisiones pero se resiste a dejarlo todo en sus manos, a
sustituir".
Innenarity
nos habla del final de los partidos políticos, pues al desideologilizarse y
personalizarse crean un mercado
electoral amorfo al que hay que sumar una construcción mediática de su imagen.
Esa transformación que ha sufrido los partido políticos los aleja de la
realidad social, por eso la distancia entre los ciudadanos y los partidos
políticos ha aumentado, al mismo tiempo han disminuido las diferencias entre
ellos.
Uno de
los temas interesante es el que refiere al
“Discurso político”. “La política es una forma de hacer cosas con palabras.
Frente a quienes han sospechado, de la retórica y suponen un engaño perverso en
cualquier forma de teatralización política, hay que recordar que la democracia
es impensable fuera de ese espacio contradictorio de pública discusión que
configuramos con nuestras palabras y nuestros gestos”.
El
valor de la democracia consiste precisamente en que permite a los ciudadanos
cambiar de opinión y de dirigentes, sin necesidad de poner en cuestión el orden
político en su conjunto.
En la
retórica y las ideologías hay una vieja sospecha frente a la elocuencia que como
un arte innecesario, embaucador y engaños en el peor de los casos.
Platón
formuló la versión más irreconciliable
del antagonismo entre el poder y la verdad, al considerar que la política
democrática prefiere sistemáticamente la popularidad a la verdad. El temor a
los demagogos alimenta desde antiguo una desconfianza generalizada hacia la
política, como si el arte de gobernar no fuera más que la capacidad de engañar
a los demás y el ejercicio del poder estuviera irremediablemente unida a la
mentira.
PS: Cuando estaba a punto de terminar este artículo, recibí una noticia de esas que
hacen daño: Mateo Aquino Febrillet había sido asesinado. A Mateo me lo presentó
Sucre Muñoz a la salida del desaparecido Restaurant El Curro. Desde entonces
mantuvimos una muy buena relación de
amistad. Fui parte de su círculo, con otros profesores y profesoras, de apoyo
en el CURSO a sus aspiraciones a dirigir nuestra Universidad. Quizás el título
de este artículo pueda reflejar mi indignación frente a este crimen sin sentido
y la verdad, no es la política, son los seres humanos y su falta de cultura
democrática. Hemos aprendido multitud de cosas, pero no hemos aprendido a vivir
con las diferencias. Descansa en Paz Mateo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.